Como ya me conoceréis o no, me
llamo Adrián Romanillos y hoy os voy a hablar de mí, la razón de que lo haga es
porque aún nadie más lo ha hecho y qué mejor manera de darme a conocer que
escribiendo estas líneas.
Con 18 años me matriculé en la escuela de hostelería de mi
ciudad, Guadalajara. La pasión de la cocina me hacía ir a clase con
regularidad, cosa que no era de costumbre en mis años anteriores. Sabía que
quería ser cocinero, y no uno más, si no el cocinero. Pero mi pasión no nació
con 18 años si no de muy chico, no recuerdo la edad, cuando me regalaron ese
fantástico juguete que a toda niña le pirraba, si, a toda niña he dicho, se
trataba de la mini cocina, donde ya me creía cocinero, dando mis platos
imaginarios a mi familia. Creo que a todo el mundo le ha marcado en su vida
algún tipo de regalo infantil, si no que se lo digan a Fernando Alonso.
La fuerza que desaté en mis primeros años de aprendizaje me
valieron de mucho, cuando la gente paseaba yo corría, la razón de esto es que
el que más corre aguantando el tipo más lejos llega. La competencia fue y sigue
siendo mi mejor aliado, cuando alguien lograba una meta yo tenía que estar a la
par o tenía que pasar por ella, pero siempre haciéndome notar.
Desde el principio me quise rodear de los mejores
absorbiendo sus enseñanzas como si de una esponja se tratase, mucho de esto se lo debo a mi buen amigo Fernando, profesor de esta escuela y gracias a Dios
aún sigo rodeándome de esa gente.
En los años de escuela ya empecé a trabajar, tenía la
necesidad de formarme rápido, fue un objetivo que me puse y lo cumplí. Mi
primera cocina profesional la pisé en Sigüenza de la mano de mi buen amigo
Quique de El Doncel. Al ser este mi primer restaurante lo llevo muy presente.
En estos años me involucraba y cualquier actividad que se
hiciese fuera de la escuela como concursos provinciales y nacionales, siempre
era el primero en ofrecerme, tanto es así que incluso me ofrecí a hacer un
programa de cocina para niños.
Una vez finalizado el proceso de aprendizaje en la escuela,
decidí seguir aprendiendo en los mejores
restaurantes de España , y eso hice, en dos años recorrí varios restaurantes
con y sin estrella, como Zalacain, Pedro Larumbe, el Bohio, haciendo algunos extras en La Terraza
del Casino, y terminando mi recorrido en Mugaritz situado en su día el tercer
mejor restaurante del mundo según aquella lista de la que te hablé en mis
primeras entradas.
Dejando atrás España con 22 años cogí el avión rumbo a Italia,
en un hotel con estrella Michelin situado al noreste del país. Esté lugar me
marcó, lo primero por su cocina, ya que la cocina italiana la conoces de
refilón pero no en su esplendor y lo segundo por los profesionales que había y
en especial a Terry, que todo lo que sé de la cocina de esa tierra se lo debo a
él.
Terminando esta temporada y de vuelta a casa tardé poco en
relajarme, ya que en poco más de dos semanas estaba haciendo las maletas para
marcharme a Londres, la ciudad en la que vivo actualmente. Comencé en esta
ciudad de locos en un restaurantes español llamado Iberica restaurant, y sé que triunfar en esta ciudad es llevar la
medalla de oro a todo el planeta, por eso mi involucración personal en esta
empresa ha sido plena, muestra de ello es que a los nueve meses de empezar me
ascendieron a segundo de cocina y responsable de los eventos externos que
ofrece la empresa tales como comidas privadas en importantes sitios de la
ciudad, casas privadas, ferias gastronómicas o simplemente eventos dedicados a
la promoción del restaurante. Ahora tengo 24 años, tengo un par de ofertas para
iniciar proyectos en restauración dentro y fuera de la península, estoy abierto
a escuchar cualquier proyecto que no impida seguir con mi trabajo actual y se
me llena la boca al decir que soy segundo de cocina en un restaurante con
categoría en Londres.
A mis espaldas casi no hay muchos años de madurez
profesional pero los poco que ha habido los he sabido aprovechar, el camino
sigue y yo con él.
No dejes de seguir las huellas de los demás, y te darás
cuenta que cada vez van quedando menos en el camino.
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