lunes, 23 de septiembre de 2013

Hoy toca venderme

Como ya me conoceréis o no, me llamo Adrián Romanillos y hoy os voy a hablar de mí, la razón de que lo haga es porque aún nadie más lo ha hecho y qué mejor manera de darme a conocer que escribiendo estas líneas.

Con 18 años me matriculé en la escuela de hostelería de mi ciudad, Guadalajara. La pasión de la cocina me hacía ir a clase con regularidad, cosa que no era de costumbre en mis años anteriores. Sabía que quería ser cocinero, y no uno más, si no el cocinero. Pero mi pasión no nació con 18 años si no de muy chico, no recuerdo la edad, cuando me regalaron ese fantástico juguete que a toda niña le pirraba, si, a toda niña he dicho, se trataba de la mini cocina, donde ya me creía cocinero, dando mis platos imaginarios a mi familia. Creo que a todo el mundo le ha marcado en su vida algún tipo de regalo infantil, si no que se lo digan a Fernando Alonso.

La fuerza que desaté en mis primeros años de aprendizaje me valieron de mucho, cuando la gente paseaba yo corría, la razón de esto es que el que más corre aguantando el tipo más lejos llega. La competencia fue y sigue siendo mi mejor aliado, cuando alguien lograba una meta yo tenía que estar a la par o tenía que pasar por ella, pero siempre haciéndome notar.
Desde el principio me quise rodear de los mejores absorbiendo sus enseñanzas como si de una esponja se tratase, mucho de esto se lo debo a mi buen amigo Fernando, profesor de esta escuela y gracias a Dios aún sigo rodeándome de esa gente.
En los años de escuela ya empecé a trabajar, tenía la necesidad de formarme rápido, fue un objetivo que me puse y lo cumplí. Mi primera cocina profesional la pisé en Sigüenza de la mano de mi buen amigo Quique de El Doncel. Al ser este mi primer restaurante lo llevo muy presente.
En estos años me involucraba y cualquier actividad que se hiciese fuera de la escuela como concursos provinciales y nacionales, siempre era el primero en ofrecerme, tanto es así que incluso me ofrecí a hacer un programa de cocina para niños.

Una vez finalizado el proceso de aprendizaje en la escuela, decidí seguir aprendiendo  en los mejores restaurantes de España , y eso hice, en dos años recorrí varios restaurantes con y sin estrella, como Zalacain, Pedro Larumbe, el Bohio, haciendo algunos extras en La Terraza del Casino, y terminando mi recorrido en Mugaritz situado en su día el tercer mejor restaurante del mundo según aquella lista de la que te hablé en mis primeras entradas.

Dejando atrás España con 22 años cogí el avión rumbo a Italia, en un hotel con estrella Michelin situado al noreste del país. Esté lugar me marcó, lo primero por su cocina, ya que la cocina italiana la conoces de refilón pero no en su esplendor y lo segundo por los profesionales que había y en especial a Terry, que todo lo que sé de la cocina de esa tierra se lo debo a él.

Terminando esta temporada y de vuelta a casa tardé poco en relajarme, ya que en poco más de dos semanas estaba haciendo las maletas para marcharme a Londres, la ciudad en la que vivo actualmente. Comencé en esta ciudad de locos en un restaurantes español llamado Iberica restaurant, y sé que triunfar en esta ciudad es llevar la medalla de oro a todo el planeta, por eso mi involucración personal en esta empresa ha sido plena, muestra de ello es que a los nueve meses de empezar me ascendieron a segundo de cocina y responsable de los eventos externos que ofrece la empresa tales como comidas privadas en importantes sitios de la ciudad, casas privadas, ferias gastronómicas o simplemente eventos dedicados a la promoción del restaurante. Ahora tengo 24 años, tengo un par de ofertas para iniciar proyectos en restauración dentro y fuera de la península, estoy abierto a escuchar cualquier proyecto que no impida seguir con mi trabajo actual y se me llena la boca al decir que soy segundo de cocina en un restaurante con categoría en Londres.

A mis espaldas casi no hay muchos años de madurez profesional pero los poco que ha habido los he sabido aprovechar, el camino sigue y yo con él.

No dejes de seguir las huellas de los demás, y te darás cuenta que cada vez van quedando menos en el camino.

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