domingo, 15 de septiembre de 2013

Adicto al polvo blanco

A quién no le ha sucedido  que al abrir una bolsa de cualquier snack comienzas a comer de forma humana, despacio, de uno en uno,  y te das cuenta que estás terminando esa bolsa “a puñado limpio” sin que la mandíbula te de abasto para moler tanta comida. He de decir que esto ocurre siempre más en hombres que en  mujeres. Si no sabes de lo que te estoy hablando acuérdate de la última película que viste en el cine con el trágico final que tuvieron tus inofensivas palomitas metidas en un cubo o de aquellas pobres que se cayeron de la boca al no entrar más y se pusieron a salvo encima de tu camiseta y que para ti fueron un regalo al no tener más en el cubo.
Bueno amigo esta pregunta se responde con dos palabras. Glutamato Monosódico.

Este adictivo aditivo, MUY usado por la industria “fritanguera” y “grasosa”, es capaz de transformar nuestra conducta alimentaria pasando de ser humano a un auténtico monstruo depredador adicto.

Esto ocurre porque las tranquilas células de nuestro cerebro, en la ingesta prolongada de esta toxina, presentan conductas anormales y aceleradas que al cabo de un corto periodo de tiempo  acaban muriendo. Esto conlleva a la excitación del cerebro y explica nuestra conducta deplorable alimentaria.

Es utilizado en la industria conservera  por su poder de salazón, ya que la sal común deja de hacer efecto a largo plazo, en cambio el aditivo dura a lo largo de la historia.

¿Entonces por qué las empresas de aperitivos elaboran sus productos con adictivos?
La cuestión es muy simple, “cuando haces pop, ya no hay stop” otra vez volvemos a hacer referencia a cómo nos introducen  estos monstruos multinacionales sus logos y sus eslóganes, en la cabeza aprovechándose de los efectos que hacen sus productos en nuestro organismo.
Estas grandes empresas aparte de incorporar mil aditivos conservantes y colorantes a sus productos añaden este saborizante para dar más potencial a sus aromas añadidos.
Es curioso cómo la simple fermentación de una levadura “inicio de la creación del glutamato monosodico” puede hacer que unos productos artificiales como vienen siendo los famosos ganchitos, bolas de queso, etc. tripliquen el número de ventas y con ello generen cifras desorbitadas de dinero en los bolsillos de los empresarios. Una muestra de ello son las cifras de productividad que indican de como en 40 años se ha multiplicado por 10 la producción de esta sustancia empezando en 1970 con 200 mil toneladas anuales a nuestros días con casi 2 millones de toneladas anuales. Recuerda que estamos hablando de una sustancia adictiva.

¿Por qué se encuentra este aditivo dentro de productos cárnicos como salchichas, chorizos, jamón de york, etc.?
Seguramente habrás escuchado alguna vez la palabra “umami”, el descubrimiento del quinto sabor sacando de la lista al picante. El umami se conoce por el sabor de lo sabroso y esta excitotoxina produce ese sabor en nuestro reproductor de sabores llamado lengua. Qué curioso que la palabra “umami” provenga del japonés significando “sabor agradable” y que justo a las personas que consumen este aditivo se les clasifique con el “síndrome del restaurante chino”. Este síndrome  se le otorgan a las personas que después de comer en estos lugares de placer, terminan con dolores de cabeza, descomposición, nauseas, visión borrosa, etc. Lo siento por los mexicanos y su picante pero creo que el shusi industrial japonés o las sopas chinas de microondas han ganado la batalla a los frijoles.

El exceso de aditivo en nuestro organismo.
Decir que el glutamato monosódico no engorda  al ser este un producto más refinado que el mismo polvo colombiano, lo que sucede que suele ir de la mano con productos como lubricantes industriales, aromas y colorantes artificiales, etc. En muchos “restaurantes” de Asia se sustituyó la sal común por este aditivo y al cabo del tiempo se terminó prohibiendo por ser excesivamente cancerígeno.

Si algún día te sientes hambriento y quieres quitarte esa sensación rápida, elige productos que contenga (E-621) en su lista de ingredientes. No me des las gracias por este consejo. 



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